La vida en setenta y cuatro pasos
Pablo Vico es un hombre récord: es el entrenador con más días consecutivos al mando de un mismo club en la historia del fútbol argentino.
¡La pucha! ¿Cuántas veces habré hecho este recorrido de 74 pasos para llegar desde mi casa a la cancha?
Me lo han preguntado montones de personas: son 74 pasos.
¿Qué es lo que siento? Tienen tanta historia estos 74 pasos que es terrible. Dos ascensos, amarguras, alegrías, tristezas. Pero mayormente fueron más las alegrías que las tristezas.
Este túnel tiene tanta, tanta, tanta historia, tantos partidos encima tengo.
Significan mucho, estos 74 pasos, para llegar justo al borde de la entrada de la cancha de Bron de Adrogué.
Mirá lo que significa esto para nosotros. Es algo terrible. ¿Qué querés que te cuente? Y te cuento de los dos ascensos, de la alegría de la gente, de lo que grita la hinchada al cuerpo técnico, a Pablo Vico, la verdad que es hermoso.
Esto parece una casa quinta. Está limpita, ordenada, bien pintada. A veces voy a la tribuna, me siento en la tribuna, imagino en mi cabeza los goles que hemos hecho.
Para mí esto es Wembley. Bron de Adrogué es todo, Bron de Adrogué es mi vida, flaco. Hace muchos años que estoy acá, más de 24 años. No me imaginaría un día fuera de Bron, no se lo que sería.
Hay pocas cosas que no cambian con el tiempo. El bigote caramelo, la melena espesa y los rasgos afilados son idénticos a los del goleador que sedujo a los dirigentes de Brown de Adrogué a fines de los setenta. El Tricolor había descendido a la última división del fútbol argentino y afrontaba el desafío de diseñar un nuevo plantel en medio de la crisis. La solución, pensaron, estaba en los potreros.
Los Bichos Verdes eran un mito en el barrio y un muchacho esquelético, espigado y voraz, era su centro delantero. El pibe nacido en el Hospital General de Agudos José María Penna, natural de Parque Patricios e hincha de Huracán, tenía 20 años y en su niñez había recibido ofertas, que sus padres rechazaron, para entrenar en Independiente y Racing.
En Brown le ofrecieron una prueba a aquellos chicos pero solo uno quedó en el plantel. Fueron dos temporadas: en la primera marcó 14 goles y en la segunda festejó 28 tantos en 30 encuentros. Aquellos fueron sus primeros años como profesional en una carrera que continuaría en Temperley, San Miguel y Tristán Suárez en un recorrido cercenado por varias lesiones graves y seis operaciones.
En 1998, cuando ya había sellado su carrera como artillero, Brown reapareció en su horizonte para rescatarlo: “Fueron circunstancias de la vida. Después de una separación muy triste prácticamente me quedé en la calle. Y el presidente Don Juan Vairo, que lo conocía de jugar al fútbol, me invitó. Yo vivía en una pensión, acá inauguraban una concentración, y en vez de vivir en una pensión que no me gustaba, me vine a vivir acá”.
Acá es la casa de Pablo Vico, a metros del buffet Pablo Vico, a 74 pasos del estadio Lorenzo Arandilla que honra al ídolo Pablo Vico en una de sus tribunas, en el campo deportivo del Club Atlético Brown, en Bartolomé Ceretti e Illia, en el corazón de Adrogué. No es una frase hecha: Brown es la casa de Pablo Vico. “Desde el ’98 pasé por todas las actividades del club. Desde el baby fútbol, la escuelita de fútbol. He trabajado manejando el tenis y cobrando las canchas de tenis. Después uno fue a estudiar, a prepararse, para cumplir el objetivo de dirigir a una primera división”.
Con una derrota empezó este romance. Brown había sucumbido en casa ante San Telmo el 15 de marzo de 2009, resultado que sentenció el ciclo de Juan Carlos Kopriva a doce fechas del final. Sumidos en la crisis, otra vez Vico fue la solución: “Estaba haciendo divisiones inferiores, ya había hecho algún interinato, pero les dije que no quería dirigir por uno o dos partidos: quería que me dieran la posibilidad de desarrollar el trabajo durante esos doce partidos y que, si les gustaba, quería tratar de armar un plantel”.
Vico debutó oficialmente el 21 de marzo de 2009 en el Estadio República de Italia con un empate a uno ante el campeón Sportivo Italiano. El balance fue equilibrado: ganó cuatro, empató cuatro y perdió cuatro. Los dirigentes le renovaron su confianza pero en la campaña 2009/10 aparecieron dudas que podrían haber interrumpido abruptamente el embrionario romance: “Los dirigentes pedían un semestre de 26 puntos, y yo había logrado 21. Estaba en tela de juicio si continuaba o no. Pero tuve la suerte de continuar, traje dos refuerzos y en el segundo semestre hice 33. No clasificamos al reducido porque perdimos uno de los últimos partidos con Atlanta acá, por 4-3, después de ir ganando 2-0”.
Pablo Vico eternizó su nombre en las páginas doradas del fútbol argentino cuando el 1 de noviembre de 2022 superó la marca de longevidad de 4972 días ininterrumpidos que ostentaba Victorio Spinetto en su cargo en Vélez Sarsfield. Nadie, jamás, dirigió durante más tiempo a un mismo equipo que Vico: fueron 15 años, 5522 días y 570 encuentros en una travesía en la que cosechó 204 triunfos, 185 empates y 181 derrotas, dos ascensos a la B Nacional, victorias inolvidables ante gigantes como Independiente y un descenso a la B Metropolitana.
“No es solo un mérito mío -advierte Vico-. Es del cuerpo técnico y de una dirigencia coherente en trazar un proyecto, que sostuvieron yendo mal, bien o regular. Es un club coherente, no hace gastos desmedidos. Gracias a la coherencia y el razonamiento de la comisión directiva, de su presidente Adrián Vairo, pudimos lograr los objetivos”. La hazaña de Vico fue aún más impactante por su contexto: en Brown se sobrevive.
Facundo Lemmo, otro de los símbolos del club y capitán en la era Vico que desde su retiro se transformó en su manager, disecciona las complejidades que afronta en cada mercado: “Tenemos uno de los presupuestos más bajos de la categoría y tenemos que ingeniárnosla: buscar jugadores que vengan sin continuidad y que necesiten tenerla. Sabemos que no podemos traer al goleador del último campeonato o al mejor arquero del torneo. Por eso tenemos que buscar y tener ingenio. En el último tiempo estamos tratando de hacer un trabajo diferente en inferiores y reserva, como para empezar a nutrir en un par de años muchísimo más el plantel con jugadores de inferiores, que eso te bajaría un poco el presupuesto. No se venía hacer un buen trabajo en inferiores, hay que decirlo”.
“El secreto es el trabajo -desvela Vico en una tarde de 2021 que podría ser cualquier tarde de los últimos quince años-. Saber elegir, armar los grupos, con un presupuesto austero. Hacerle creer a los jugadores que lo que vos estás haciendo es coherente. La honestidad de decirle al jugador cuando están bien o mal las cosas. Y seguir una línea de trabajo de la que no nos apartamos”. La reinvención permanente agigantó la faena.
Pero hubo un día en que Vico decidió irse: "Había perdido el entusiasmo con el descenso, después de conocer lo que era la B Nacional. El primer semestre las cosas no nos salieron bien y habíamos presentado la renuncia”. La reunión con el presidente Vairo fue breve pero emotiva: "Fue un momento muy triste, muy triste, para mí como para el presidente. Nos sentamos los dos, nos miramos y nos pusimos a llorar. El presidente me dijo que no, que no me podía ir, que nos teníamos que quedar, nos dijo que íbamos a armar un equipo para ascender. Y así fue".
La imagen de Vico se extendió como una leyenda urbana del fútbol argentino, como un personaje pintoresco por su parecido físico con Don Ramón, por lo curioso de su residencia. Pero el fenómeno popular alrededor de su figura se transformó en una anécdota que difumina lo que realmente es: uno de los técnicos más exitosos del ascenso.
“Como entrenador -analiza Lemmo- es bastante simple en lo que pretende. Del equipo y de uno como jugador. Es un tipo muy cercano. No es de esos técnicos que vienen, hacen su laburo, y no le dan bola al jugador. Es un tipo que está, bromea, hace jodas. No es de los entrenadores modernos, claramente es más de la vieja escuela, pero se ha ido aggiornando en estos últimos años, a como juegan los equipos ahora”.
Gastón Grecco es el mayor goleador de todos sus tiempos con 97 tantos, uno de los máximos artilleros en la historia de la B Metropolitana, y el otro gran ídolo de Brown. Vico y Grecco conviven en sus tribunas: las dos populares del Estadio Lorenzo Arandilla llevan sus nombres. La que ocupa la barra de Brown, Los Pibes del Barrio, se edificó con el dinero de la venta de Grecco a San Lorenzo en los albores de los dos mil.
“Pablo es muy tranquilo -agrega Grecco desde la tranquilidad costera donde fundó el club Brown de Sierra de los Padres-. Se queda con su esquema de 4-4-2 y lo potencia al máximo. Sus trabajos de campo generalmente son siempre los mismos. Uno lo agarra rápido, lo incorpora rápido y lo vuelca en los días de partido. Es una persona que se queda con algo y lo potencia”.
Pero Vico es un técnico en reinvención permanente. Obligado por los recursos a disposición pero también por su propia inquietud: en 2021 reconstruyó su genética y pasó a jugar con un 5-3-2 que le permitió ser protagonista, clasificar al reducido por el ascenso a primera y soñar con el único objetivo que le falta: ganarse un lugar en la máxima categoría del fútbol argentino.
Vico, salvo por las reuniones que comparte con sus seres queridos o por alguna película de acción o policial que encuentra en Netflix, tiene una obsesión por la pelota. Su casa, su ambiente a metros del círculo central, es un búnker de camisetas, de recuerdos, pero también de anotaciones, de conclusiones, de trabajos, de ideas. Mira a Pep Guardiola, y a otros tantos, para seguir sumando conocimientos: “No puedo morir tácticamente con una idea y un pensamiento, tengo que ser elástico, no puedo estancarme. Yo jamás hubiese imaginado trabajar con un video analista, hablar de la neurociencia en el deporte. Te tenés que estar adaptando a las circunstancias, sino quedás muy abajo”.
¿Y si hoy es la última noche?
Brown atraviesa un escenario poco común en la era Vico: van seis fechas del campeonato de la Primera B Nacional 2024, aún no ganó y está hundido en el fondo de la tabla de posiciones con dos puntos. En los últimos dos encuentros sufrió contundentes goleadas por 3-0, ante Defensores de Belgrano y Chaco For Ever. Los equipos que atraviesan situaciones similares, Deportivo Maipú, Deportivo Madryn y Racing de Córdoba, ya cambiaron de entrenador. Pero Vico no se toca: es una institución dentro de la institución.
El Lorenzo Arandilla es un club familiar: de repente los jugadores se cruzan entre los hinchas que hacen cola en la puerta del buffet para ir al gimnasio para terminar con el calentamiento. El buffet, en diagonal a la casa de Vico, recibe a los hambrientos y sedientos con un cuadro en primer plano de Vico, otro que le rinde homenaje a los campeones de la Primera B Metropolitana 2015 y una placa: “Club Atlético Brown, con motivo de la inauguración del Salón Buffet Pablo N. Vico. La Comisión Directiva del C.A.B. en la Presidencia del Sr. Adrián Vairo. 3 de marzo de 2016”.
El choripán y la coca marchan en combo a tres mil pesos, uno tras otro. Ya es de noche en Adrogué y se acerca la hora del partido. Que sea de noche no es un detalle: Brown inauguró el sistema lumínico el 10 de febrero de 2024 en un apasionante clásico zonal ante Temperley. De repente aparece Pablo Vicó y no hay demasiados aplausos. "Por momentos han salido mal las cosas y nunca, jamás, escuché una puteada", me dijo Vico en 2021 y es verdad: no se escuchará ni una puteada durante los noventa minutos.
El partido no ofrece demasiadas emociones pero Brown muestra otro semblante. Vico vive, padece, sufre, los noventa minutos de pie. Aplaude cada esfuerzo, cada barrida, cada demostración de actitud. Enfrente está San Telmo, uno de los animadores de la zona que aspira a pelear arriba tras vapulear a Temperley en la Isla Maciel. Franco Pulicastro, el rubio delantero que viste la número once, presiona una y otra vez sobre la salida como símbolo de una formación que le responde, al menos desde lo anímico, al mito que no le saca la vista al partido.
El 0-0 es inmutable. San Telmo aprovecha un error del arquero Franco Agüero y en el área sucede un milagro: la pelota se va picando lentamente por al lado del palo izquierdo mientras todo Adrogué reza. El empate, la demostración de carácter, se reconoce con aplausos poco convencidos al final de parte de la popular y de la platea. Otra vez, no hay reproches.
Lemmo, el arquitecto del plantel junto a Vico, es optimista: “No arrancamos bien pero no imagino a Brown sin Vico. Todos tenemos que entender que es un proceso nuevo. Arrancamos con un plantel, ni siquiera con un equipo, que es un plantel nuevo. Obviamente va a llevar tiempo. Pablo no es cualquier técnico para Brown. No se lo puede tratar como a cualquier técnico y sin dudas va a tener algún margen más que cualquier otro. Estamos tranquilos porque sabemos que el barco se va a acomodar, que vamos a encontrar el rumbo. Y es cuestión de tiempo, trabajo y paciencia. Los jugadores que trajimos son buenos jugadores y como todos necesitan un tiempo”.
El dato es irrefutable: de los veinte convocados para afrontar la última fecha del certamen pasado apenas tres integran el plantel actual.
La casa de Pablo Vico es un ambiente debajo de la concentración de Brown. Es una habitación, un pequeño living, un acogedor comedor y una cocina. También es el cuartel donde se construyen los sueños de Adrogué, un santuario en el que cuelgan recuerdos hechos camiseta, un cuadro de Diego Maradona, fotos de su familia, una Vírgen María, estatuas del Gauchito Gil. Es una casa simple, austera, sin estridencias. Un espejo del alma de Vico.
- ¿Quién es Pablo Vico?
- ¿Quien es Pablo Vico? Es una persona que trata de poder esmerarse y hacer su trabajo como corresponde. No te voy a mentir que en estas circunstancias, a esta altura de mi vida, uno está buscando el cariño de las personas, estar cómodo, ser querido. El cariño que siente la gente por mi persona es admirable. Vos me preguntás por qué, no lo se. Es muy raro que en una cancha me traten mal. Al contrario, a mi me hace bien, porque después de las desgracias que yo tuve, es un alivio para mi corazón. Me aferro mucho a los sentimientos, al cariño que me puedan brindar, para poder olvidar cosas que en mi vida me duelen mucho. Me vas a encontrar como estoy ahora. Trato de ser una persona humilde, sincera con mis sentimientos”.
Una de las desgracias que atravesó Vico, la más dolorosa, fue el asesinato de su hijo Christian Gabriel. Aquel 5 de febrero de 2015 era un día más en la vida de ambos hasta que un Peugeot 207 atravesó la camioneta Renault Kangoo en la que viajaba por el centro de Adrogué. En el Peugeot, a toda velocidad, se escapaba un grupo de ladrones de la organización delictiva “La Banda de Curly”.
Christian, de 40 años, luchó pero falleció cuatro días después en el hospital. Vico sufrió un infarto en su casa en diciembre de ese mismo año, fue trasladado de urgencia al hospital El Cruce de Florencio Varela y posteriormente a la Fundación Favaloro para continuar con su recuperación, donde también recibió apoyo psicológico: “Es una herida que no cicatriza. Es un dolor que cuando apoyás la cabeza en la almohada, repasás imágenes y te pone mal”.
En esa temporada consiguió el segundo ascenso en una definición agónica: en la última jugada de la última fecha de la Primera B Metropolitana. En el Juan Pasquale igualaban Defensores de Belgrano y Estudiantes de Buenos Aires, los otros dos animadores del torneo, en un pírrico 0-0. El Tricolor también repartía puntos con Morón en el Nuevo Francisco Urbano, el reloj se consumía y necesitaba un gol para ser campeón. Y ocurrió el milagro a los 49 minutos del segundo tiempo: Juanchon García, quien vistió las camisetas de Newell’s y Huracán antes de emigrar al Volos griego en septiembre de 2023, empujó la pelota entrando por el segundo palo después de un córner.
La cámara fue rápidamente en busca de un Vico emocionado, que lloraba en cuclillas: “Esto es para mi hijo”, alcanzó a decir con la voz ahogada. Minutos después se dio una de las postales más románticas que dejó el fútbol argentino en los últimos años: el Gallo, la mascota de Morón, fue a buscar a Vico, se fundió en un abrazo y lo llevó para la tribuna local, pegado al alambrado. "No lo podía creer. Dudaba en ir. Pero me dijeron algo que no me voy a olvidar nunca: "Nosotros no aplaudimos a ningún técnico que viene a jugar contra Morón, pero vos te merecés eso y mucho más".
En Vico las fronteras se evaporaron hace tiempo. Brown es el trabajo, la casa, la vida: incluso tiene su escudo tatuado en el hombro izquierdo. No es el único dibujo que lleva en la piel, un mapa cartográfico de su historia: “Tengo muchos tatuajes. Todos en significación a mi hijo. Debo tener más de 14 o 15. Todas frasecitas para él y para otras personas importantes de mi vida".
"Es el máximo ídolo del club -explica Lemmo-. Pero también es la cara de Brown de Adrogué. Pablo Vico, para todo el país, es Brown. Nos pasa cuando recorremos las provincias y otros lugares: la gente se saca fotos con él. Brown de Adrogué también es muy conocido por él”.
“Jamás se me pasó por la cabeza jugar en la misma categoría de Bron con otro equipo, jugar en contra, jamás lo haría -enfatiza Pablo Vico sentado en la mesa de su casa-. Tengo un sentido de pertenencia con la institución. Imaginate que vivo en Bron de Adrogué. Si yo hubiese querido irme, ya lo hubiese hecho hace rato. Han venido a buscarnos de clubes. Me gustaría que me den una chance en primera, y ojalá pueda ser con Bron. Soy consciente de que todo lo que empieza en algún momento termina y ojalá que cuando me toque irme, si me toca irme, sea por la puerta grande”.
Y un día llegó la última noche. El viernes 3 de mayo, en Río Cuarto, fue la despedida de Pablo Vico. El anuncio conmocionó al fútbol argentino en el Día Internacional de los Trabajadores y se concretó dos días después. La partida fue una síntesis de esta campaña: arrancó con esperanzas renovadas tras el gol de Matías Nouet, pero terminó perdiendo en el último de los quince minutos adicionados al segundo tiempo.
Después de catorce partidos, Brown de Adrogué está en el fondo de la tabla de la Zona B de la segunda división, igualado en ocho puntos con Almirante Brown. La campaña es el resultado de una victoria, cinco empates y ocho derrotas. La primera victoria llegó en la duodécima jornada, en un partido decisivo para su situación actual, ante Almirante Brown en Casanova.
Pese al desahogo, en las declaraciones post partido de Vico al medio Deportes del Sur se advertía un final inminente: “No me puedo agarrar de que soy Vico y de que hicimos mucho. No quiero dañar a Bron y este triunfo a lo mejor me cambia, tengo que lograr tres o cuatro triunfos seguidos. Estábamos al límite de cualquier cosa, había que sacarlo adelante como pudiéramos. El equipo dio muestras de que sabíamos que nos jugábamos un partido de seis puntos. Se fueron 28 jugadores, hubo mucha gente que habló pelotudeces. El día que se vaya Vico de Bron de Adrogué veremos quién se puede bancar esto. Si en mi propia casa y en mi propia cancha me putean me tengo que ir. No soporto esas cosas, tienen el derecho de estar criticando, hay veces que salen las cosas bien o mal. La mayor cantidad de puntos las hice de local y el ultimo partido que jugamos de local con Atlanta me terminaron puteando, no se dan cuenta que van mis nietos, que me puteen cuatro o cinco pelotudos no lo merecemos. Hoy estoy un poco dolido, lo que me pasó la semana pasada me dolió mucho que me puteen. Se esconden atrás de una computadora para insultarme, me conocen, saben que vivo en el club, prefiero que vengan a buscarme y me digan las cosas de frente”.
La goleada sufrida en casa, ante el líder Colón, fue su partida de defunción. Vico tendrá una última función, en Río Cuarto, lejos de su casa: “Este año las cosas no salieron. Tengo que pedirle disculpas al socio de Bron, hoy las cosas no salieron. No me gusta perjudicar al club. Lo primero que hicimos fue tratar de darle la posibilidad a la comisión directiva de que pueda elegir a alguien que pueda sacarlo adelante porque no le encontrábamos la vuelta”, reconoció en el programa La Inmensa Minoría de Radio Con Vos 89.9.
La estabilidad es una virtud que el fútbol moderno no conoce. Tan solo en 2024, diez de los 28 entrenadores fueron despedidos durante la Copa de la Liga de Primera División. En la Primera B Nacional se marcharon 18 en las trece jornadas iniciales. Desde que Vico asumió en Brown, por los cinco grandes del fútbol argentino pasaron 77 entrenadores. Adrogué fue un oasis durante quince años pero todo tiene un final: “El fin de semana estaré haciendo la mudanza. Vivía en el club, ahora voy a tener que buscar un sitio. Mi último partido es el viernes y después empezará una nueva vida”.
ufff espectacular nota como siempre
Sigo muy poco al fútbol de ascenso. Pero estas historias son únicas, imperdibles. Quería seguir leyendo sin parar.
Muy buena!